Cuando a Alvarito le despertó la inquietud de querer saber, encontró monótono, casi rutinario, bajar cada día por el mismo camino. Si lo hubiera intentado habría bajado casi con los ojos vendados. Este camino compartido con su abuelo, pescador retirado, el cual le contaba mil y una batallas y lo duro que se hacia cada día tirar las redes para sacar del mar el sustento de la familia. Todo el sufrimiento quedo atrás, pero las cicatrices que llevaba en el alma jamás se curarían y mas esa noche oscura y traicionera que los esperaba con ese mar rabioso deseoso de arrebatar la vida de esos hombres nobles, entre ellos su hijo Tomas, padre de Alvarito. El era lo único que le quedo en el mundo ya que años atrás enviudo y la madre de Alvarito se marcho dejando a su hijo que solo contaba con meses de vida.
Un día le pregunto al abuelo si lejos de allí habían pueblos con personas igual que el, su abuelo con todo el cariño le contó lo poco que el sabia, le dijo cosas que poco a poco fue despertando en el niño el deseo de comunicarse con el mundo que no conocía, ya que sus conocimientos se limitaban a esa choza en la montaña al lado del molino familiar actualmente en desuso y sin mas compañía que el abuelo y algunos animales de compañía como el perrito que el tanto quería llamado Tomasin (en honor a su padre).
No solamente se le despertó la curiosidad de comunicarse con el mundo exterior, también como hacerlo. Lo primero que se propuso fue aprender a leer y escribir, así, sin pesarlo le dijo al abuelo sus intenciones, desde ese mismo instante se puso manos a la obra, con ganas, deseos y ese gran maestro que tenia lleno de paciencia, porque si algo les sobraba era todo el tiempo del mundo.
Muy pronto aprendió a poner su nombre y algunas letras mas, era incansable, cuando el abuelo se dormía cansado de todo el día, el seguía con su lectura y escritura, leía todo lo que caía en sus manos. Debido a su inquietud y constancia, buscando en un cajón olvidado que tenia el abuelo, encontró entre sus páginas una especie de hoja escrita por alguien que pedía ayuda desesperadamente, se la enseño al abuelo que abrió los ojos llenos de sorpresa, ya que hacia años que no veía ese mensaje y por que lo tenia en su poder. Le vinieron tantos recuerdos que unas atrevidas lágrimas nublaron sus ojos. Respirando hondo, le contó la historia del mensaje: cuando contaba con veinte años, decía el abuelo, me estaba bañando en la calita a la que bajamos cada día, de pronto vi algo que brillaba en el mar, nade hasta ese brillo y era una botella, pero al cogerla mi sorpresa fue mayúscula ya que dentro de la misma estaba el mensaje que tu encontraste en el libro. La abrí y al sacarlo y empezar a leerlo, mi corazón latía a un ritmo acelerado. El niño respiraba contenido escuchando al abuelo, no quería romper ese momento mágico ni apagar la luz que emanaban sus ojos mezclados con lágrimas.
El abuelo continuo con su relato, el mensaje era de una mujer que deseaba conocer a otras personas, era un escrito lleno de sensibilidad. Nunca había tenido relación con mujer alguna debido a mi timidez, como tenia escrita su dirección me arme de valor y consultando a mi corazón recuerdo que vine a nuestra calita, era verano y estaba atardeciendo, el sol se despedía dejando paso a las sombras de la noche y en esa tranquilidad y viendo ese maravilloso paisaje, me pareció escuchar dentro de mi una voz que jamás había percibido, casi me caigo del susto, porque al estar solo en la calita lo único que se escuchaba era romper las olas del mar midiendo sus fuerzas con las rocas de los acantilados. Le decía a su nieto que pasaban los días sin que se atreviera a ir en busca de la dueña del mensaje. Pero una mañana, la recuerdo como si fuera hoy, el sol inundaba parte del mar dándole ese colorido tan singular, comparado con una tarta de sabores, me puse en marcha preparándolo todo, puesto que al no saber el tiempo ni la distancia, preparé todo lo que podía ser imprescindible para pasar unos días en el mar y me embarque, sentía una alegría especial y al mismo tiempo preocupación a lo desconocido. Conforme navegaba mar adentro mas confianza iba adquiriendo, navegaba a buen ritmo y al tercer día divise una ciudad a lo lejos, observe que habían muchos barcos en el puerto, eso me dio a entender que se trataba de un pueblo grande y prospero. Cuando baje a tierra, me sorprendió el ir y venir de las gentes, aunque su aspecto era totalmente marinero habían muchas personas bien vestidas y de aspecto elegante. Le pregunte a un pescador por la dirección del mensaje, el hombre me dijo que había tenido suerte ya que aunque la ciudad había crecido mucho el barrio marinero estaba igual, dándole las gracias me dirigí a la dirección. Pronto encontré la calle y por primera vez desde que Salí de mi hogar notaba que los nervios me impedían andar y un sudor frío recorría todo mi cuerpo, pensé que después de tantas tormentas superadas en el mar no iba a salir corriendo ahora.
Cuando llegue al numero indicado en la nota pique en la puerta y a los pocos segundos abrió una joven muy guapa que dirigiéndose a mi me dijo:
- ¡Hola! Te estaba esperando.
Mi sorpresa fue mayúscula; ¿ Como podía estar esperándome si ni siquiera sabia que venia? . Estaba tan inmerso en el relato que se me olvido que estaba con mi nieto, por esta razón me sorprendió cuando su voz me dijo:
- ¡Abuelo, encontraste en ese momento a la abuela!. Con los ojos llenos de lágrimas lo mire y le contente: - Si Alvarito era la abuela.
Vivimos un tiempo en su ciudad, de nuestra unión nació tu padre, pero viendo la abuela que no me adaptaba a las prisas de la ciudad y al ruido, notaba mi tristeza y añoranza de nuestra casa y la calita, decidimos volver e instalarnos en esta casa donde tu has nacido.
Paso el tiempo y como ya te he explicado la abuela murió y descansa debajo del castaño donde a ti te gusta jugar y a mi soñar que todavía esta viva y nos esta preparando esas tartas de fresa que tanto nos gustan.
Alvarito, después de escuchar el relato o la historia de sus abuelos, aunque no le dijo nada, despertó algo dentro de el que maduraría a la par que iba creciendo, dejando de ser ese niño distraído y estar mas concentrado mirando el horizonte y preguntándose que había mas allá.
Un buen día contemplando su cuerpo se dio cuenta de que ya no era un niño, mas bien un adolescente muy desarrollado, había heredado la altura y corpulencia del abuelo. Se lo comento lleno de vergüenza viendo una sonrisa contenida en su rostro sin afeitar.
Todos los días desde hacia muchos años bajaban a su calita, como ellos la llamaban, hablaban de mil y una cosas, como dos amigos o pescadores apunto de zarpar. El joven no podía olvidar el día que encontró el mensaje que mando la abuela siendo aun mas joven que el.
El tiempo transcurría como calcado un día con otro, sin alteraciones, hasta ese fatídico día que como todas las mañanas Alvarito ayudaba a su abuelo a levantarse de esa butaca que tenían debajo del castaño y ponerlo en pie, esa vez el abuelo lo cogio de las manos: -Hoy no bajaremos a la calita. Alvarito, quiero decirte algo que no olvides jamás: quiero que veles mi sueño y que me prometas que nunca dejaras de visitar la calita y el día que deje la tierra mi cuerpo descanse al lado de la abuela.
Así fue como Alvarito con lagrimas en los ojos cumplió la promesa que un día le hizo a su abuelo, siguió bajando a la calita día tras día, hasta que de pronto sintió en su interior que era lo que le intrigaba, de la mismo alegría salio corriendo por la playa levantando el vuelo de las gaviotas que picoteaban alegremente en la orilla. Desde ese mismo día bajaba, claro esta, a la calita, pero esta vez su alegría era inmensa pues llevaba en sus manos una botella con un mensaje dentro. Mando tantos que no le importaba bajar con buen o mal tiempo a la calita, se tumbaba boca arriba en la arena y soñaba despierto con el día que tuviera respuesta a sus mensajes.
El tiempo fue pasando y lo mismo que cambia la naturaleza, también cambian los seres humanos, así fue como Álvaro se fue convirtiendo en un apuesto y fuerte joven, sobre estas buenas virtudes había una que sobresalía de todas y era su paciencia, puesto que no solamente seguía bajando a la calita, también era incansable enviando mensajes, aunque hasta ahora no había tenido ninguna respuesta.
Era un dia normal como todos, pero para Álvaro algo iba a cambiar, paseaba por la playa como siempre mirando y mirando hacia abajo esperando que algo brillara en el mar pues recordaba la historia de su abuelo y lo que le ocurrió. Las cosas muchas veces son muy diferentes a como nosotros quisiéramos que fueran, así que poco a poco Álvaro se fue resignando, hasta que al mirar a las rocas algo le sorprendió, era el vuelo de una gaviota se iba perdiendo en el horizonte. Su corazón le dio un vuelco y en su mente surgió una idea que se repetía una y otra vez: pruebas por el aire, prueba por el aire….
Pasaba las noches pensando en la forma de mandar el mensaje por el aire y fue una noche cuando soñando vio como paseaba con su abuelo por una ciudad desconocida para el, pero había una gran fiesta con muchos niños muy alegres jugando y riendo con sus padres, habían norias, carruseles, caramelos y venta de todo tipo de alimentos. Lo que mas me llamo la atención y sigo hablando de mi sueño, era el vendedor ambulante de globos, me quede mirándolo como si quisiera decirme algo, en ese momento desperté empapado en sudor, en mi mente lo único que recordaba era la sonrisa del abuelo y como me señalaba hacia los globos, en ese momento caí. El abuelo en uno de sus viajes me trajo un regalo, unos globos, y lo que me estaba indicando era que los inflara y que fuera el medio para enviar los mensajes.
A la mañana siguiente corría viento, era una brisa agradable y me encamine hacia la calita, infle cuatro globos, amarré el mensaje y los solté. Para mi alegría se elevaron hacia el cielo, pasaron por encima como si quisieran despedirse y se fueron alejando hasta que los perdí de vista.
No paso mucho tiempo desde que mande mi mensaje aéreo y sin esperanza de respuesta, estaba tan pensativo que no oí que llamaban a la puerta. Me levante de un salto y cuando abrí me quede de piedra; era una joven que al mirarla me era conocida, pues llevaba una ropa igual o muy parecida, me resultaba familiar. De pronto caí que en la cartera del abuelo había una fotografía de la abuela cuando era joven, y cual fue mi sorpresa que la joven de la puerta era idéntica a la foto, con su mismo sombrero, sus mismos zapatos, me quede tan aturdido que no repare en lo que llevaba en sus manos: los cuatro globos y mi mensaje, lo único que pude decir después de tanta sorpresa; - ¡ Te estaba esperando!
Álvaro después de controlar sus nervios le pregunto a la joven por su nombre, la chica mirándole a los ojos le dijo:
- Me llamo esperanza.
Al escuchar este nombre a Álvaro le recorrió por todo el cuerpo una corriente eléctrica, como si hubiera cogido un cable de alta tensión y susurro en voz baja:
- ¡El mismo nombre que la abuela!
La hizo pasar y esperanza le contó que vivía en un pueblo grande, con muchos barcos amarrados en el puerto, pero que ella seguía viviendo en la misma casa donde nació, situada en el barrio marinero. Tanta coincidencia le dio que pensar a Álvaro, no dijo nada y siguió escuchando a la chica, empezó a explicarle que había una historia que contaban los mas viejos marineros, que en una ocasión una joven mando un mensaje en una botella y al cabo del tiempo vino un joven marinero que se caso con ella y al poco tiempo se marcho del pueblo sin que nunca mas se supiera de ella. Álvaro no daba crédito a lo que estaba escuchando, le era tan familiar que parecía que lo estuviera viviendo. Esperanza continuo explicando a Álvaro: - Un día que miraba al cielo lleno de gaviotas vi algo que me sorprendió, me fije y pude ver entre el vuelo de los pájaros unos globos que sostenían un papel, al cogerlo me di cuenta que era un mensaje, me acorde de pronto de la historia que circulaba por el pueblo, y sin pensarlo he viajado a la dirección del mensaje y aquí estoy.
Álvaro le trajo un vaso de agua y le contó la historia del abuelo, sorprendida Esperanza no pudo controlar esas lágrimas de felicidad que salían de sus ojos.
A través de una fuerza que jamás comprenderemos, muchas veces, hace que se unan a seres de diferentes lugares. Pasaron los días y los jóvenes se iban conociendo, se compenetraban muy bien, un buen día le dijo Álvaro a Esperanza:
- La felicidad y el amor que nos tenemos es muy bonito, pero tenemos que pensar en la forma de sobrevivir en esta tierra.
Esperanza asentía con la cabeza dando la razón a Álvaro.
-Tengo que decirte que mi abuelo no me enseño a pescar, el creía que jamás seria pescador como el, es como si tuviera el presentimiento que no seguiría las costumbres familiares.
Una mañana Álvaro quería leer una vez más el mensaje del abuelo, al abrir el cajón vio algo que brillaba al fondo, y cual fue su sorpresa que al sacarlo era una bolsa con monedas de oro y una carta dirigida a el:
-Querido Álvaro nunca te hable de este dinero, ya que lo he guardado hasta que has sido un hombre, nunca desee que fueras pescador como tu padre o yo, espero que en tu camino encuentres a la mujer llena de inquietudes que te mereces. Usa esto para que tu vida no sea el mar.
Al ver Esperanza el dinero tuvo una gran idea, que al exponérsela a Álvaro, este la felicito ya que a el jamás se le hubiera ocurrido, primero por el miedo de dejar la calita que tanto amaba, segundo por no saber que hacer con el dinero y tercero que mejor piensan dos que uno.
Así fue, y un buen día viajaron a la ciudad que tanto hablaba Esperanza. Llegaron al atardecer del tercer día y el primer tramite era pensar donde se iban a instalar. Perdón, eso fue lo segundo, ya que lo primero que hizo Esperanza fue sacudir a Álvaro por que se había quedado bloqueado al ver tantos barcos y la cantidad de gente. Pensó lo mismo que su abuelo: gente marinera pero también personas bien vestidas y elegantes.
Se dirigieron al barrio marinero, encontrando una casa pequeña pero muy limpia. Esperanza no podía disimular su alegría al estar nuevamente en su ciudad y mas al comprobar que todas las chicas se giraban para mirar a su pareja por su altura y fuerte complexión.
Un día dando un paseo la pareja, se toparon con un molino en plena actividad y sin pensarlo entraron como meros observadores, se quedaron impresionados con la maquinaria tan bien engrasada y de tanta precisión. Se aventuró a hablar con el dueño y le pregunto si necesitaba algún trabajador, y para sorpresa de Álvaro el dueño le comento que justo andaba buscando una persona que se hiciera cargo de buena parte del oficio.
Trabajo muy a gusto y mucho, pero al igual que su abuelo con el paso de los días añoraba su montaña y mas su calita. Al comentar estas inquietudes con Esperanza, muy comprensible con Álvaro emprendieron su regreso, pero esta vez no venían vacíos; traían muchos proyectos, entre ellos poner en marcha el viejo molino familiar parado tantos años. Esperanza compartiría su trabajo en el molino con la ayuda a los niños de la aldea para su aprendizaje de leer y escribir.
Cuando el molino se puso en marcha, no sin muchos problemas, los aldeanos empezaron a llegar y se iba corriendo de voz en voz con la alegría que el viejo molino funcionaba nuevamente. No obstante lo que mas corrió por todos los aldeanos eran las manos que tenia Esperanza para los dulces; podían saborearse con el olor desde el principio del camino.
La vida de la pareja transcurría muy feliz, Álvaro cuidaba del molino y trabajaba duro para que todos sus clientes se fueran contentos, que por la alegría que desprendían sus rostros se podía afirmar que si. Esperanza por su parte continuaba dando clases a los niños, se sentía la mujer mas satisfecha del mundo, había cumplido su deseo de ayudar a que los niños pudieran mandar sus mensajes de la mejor forma que ellos entendieran.
Paso el tiempo y un día Esperanza muy nerviosa le dijo a Álvaro:
- Quiero que bajemos ahora mismo a la calita, necesito hablar contigo.
Al bajar se quedaron maravillados del atardecer, el sol se resistía a dejar de dar luz para dar paso a las sombras que anunciaban el final del día y el principio de la noche, por esta razón la luz inundaba toda la calita dando un brillo que jamás habían visto hasta ahora, todo ese paisaje le dio fuerza a Esperanza para decirle a Álvaro una noticia que cambiaria sus vidas:
- Álvaro, vamos a ser padres!!. Esa noticia lo lleno de alegría y felicidad, se sentía como la luz que emitía el fuerte sol antes de dejar el día.
Al regresar a la aldea empezaron a comunicárselo a todos, los cuales se pusieron muy alegres, sabían la dote de paciencia que tenia Esperanza y el amor que les dedicaba a los niños. Los mas antiguos le pronosticaron que seria una buena madre.
Con la llegada de Tomasin, ese fue el nombre que le pusieron a su hijo, la felicidad fue mas completo si cabe con su llegada, inundaba todo con su luz y alegría.
Pasaron los años y seguían con las mismas costumbres de bajar cada día a la calita, solo si el temporal era muy fuerte dejaban de bajar para proteger al niño. Una tarde que el viento soplaba de dentro a fuera, estaban sentados en la arena viendo como jugaba Tomasin, los padres observaban cuanto había crecido para los pocos años que todavía tenia, estaba a punto de hacer siete años. Corría de un lado a otro sin parar, las gaviotas graznaban enfadadas porque no las dejaba tranquilas, de pronto observaron que el niño se paro en seco, había visto algo en la orilla que brillaba, se agacho y cogio una botella con un mensaje que decía: “Debo al mar la felicidad mía y la de mi nieto”.
Así fue como vivieron Álvaro, Esperanza y su hijo Tomas llenos de felicidad porque pasará lo que pasara nunca estaría la calita sola.
Esta historia se contó años tras años y generaciones en generaciones. Los mensajes fueron enviados de diferentes formas pero el contenido era el mismo: “la unión de dos parejas que les gustaba tanto vivir en la calita que se quedaron hasta el fin de sus días”
Quiero mandaros un mensaje a través del viento: “La persistencia es la única forma de encontrar lo que buscamos, si no es por un camino quizás lo encontremos por otro.
Hasta siempre Álvaro cuida de la calita.
Una pequeña aclaración que es digno de mención: Muchas de las mujeres del pueblo donde vivió Esperanza tenían el mismo nombre, incluso había una estatua en el centro de la plaza dedicado a la “esperanza”, ya que tenemos que entender que es lo último que se debe perder en la enfermedad, en la tristeza o en la falta de amor.
Un día le pregunto al abuelo si lejos de allí habían pueblos con personas igual que el, su abuelo con todo el cariño le contó lo poco que el sabia, le dijo cosas que poco a poco fue despertando en el niño el deseo de comunicarse con el mundo que no conocía, ya que sus conocimientos se limitaban a esa choza en la montaña al lado del molino familiar actualmente en desuso y sin mas compañía que el abuelo y algunos animales de compañía como el perrito que el tanto quería llamado Tomasin (en honor a su padre).
No solamente se le despertó la curiosidad de comunicarse con el mundo exterior, también como hacerlo. Lo primero que se propuso fue aprender a leer y escribir, así, sin pesarlo le dijo al abuelo sus intenciones, desde ese mismo instante se puso manos a la obra, con ganas, deseos y ese gran maestro que tenia lleno de paciencia, porque si algo les sobraba era todo el tiempo del mundo.
Muy pronto aprendió a poner su nombre y algunas letras mas, era incansable, cuando el abuelo se dormía cansado de todo el día, el seguía con su lectura y escritura, leía todo lo que caía en sus manos. Debido a su inquietud y constancia, buscando en un cajón olvidado que tenia el abuelo, encontró entre sus páginas una especie de hoja escrita por alguien que pedía ayuda desesperadamente, se la enseño al abuelo que abrió los ojos llenos de sorpresa, ya que hacia años que no veía ese mensaje y por que lo tenia en su poder. Le vinieron tantos recuerdos que unas atrevidas lágrimas nublaron sus ojos. Respirando hondo, le contó la historia del mensaje: cuando contaba con veinte años, decía el abuelo, me estaba bañando en la calita a la que bajamos cada día, de pronto vi algo que brillaba en el mar, nade hasta ese brillo y era una botella, pero al cogerla mi sorpresa fue mayúscula ya que dentro de la misma estaba el mensaje que tu encontraste en el libro. La abrí y al sacarlo y empezar a leerlo, mi corazón latía a un ritmo acelerado. El niño respiraba contenido escuchando al abuelo, no quería romper ese momento mágico ni apagar la luz que emanaban sus ojos mezclados con lágrimas.
El abuelo continuo con su relato, el mensaje era de una mujer que deseaba conocer a otras personas, era un escrito lleno de sensibilidad. Nunca había tenido relación con mujer alguna debido a mi timidez, como tenia escrita su dirección me arme de valor y consultando a mi corazón recuerdo que vine a nuestra calita, era verano y estaba atardeciendo, el sol se despedía dejando paso a las sombras de la noche y en esa tranquilidad y viendo ese maravilloso paisaje, me pareció escuchar dentro de mi una voz que jamás había percibido, casi me caigo del susto, porque al estar solo en la calita lo único que se escuchaba era romper las olas del mar midiendo sus fuerzas con las rocas de los acantilados. Le decía a su nieto que pasaban los días sin que se atreviera a ir en busca de la dueña del mensaje. Pero una mañana, la recuerdo como si fuera hoy, el sol inundaba parte del mar dándole ese colorido tan singular, comparado con una tarta de sabores, me puse en marcha preparándolo todo, puesto que al no saber el tiempo ni la distancia, preparé todo lo que podía ser imprescindible para pasar unos días en el mar y me embarque, sentía una alegría especial y al mismo tiempo preocupación a lo desconocido. Conforme navegaba mar adentro mas confianza iba adquiriendo, navegaba a buen ritmo y al tercer día divise una ciudad a lo lejos, observe que habían muchos barcos en el puerto, eso me dio a entender que se trataba de un pueblo grande y prospero. Cuando baje a tierra, me sorprendió el ir y venir de las gentes, aunque su aspecto era totalmente marinero habían muchas personas bien vestidas y de aspecto elegante. Le pregunte a un pescador por la dirección del mensaje, el hombre me dijo que había tenido suerte ya que aunque la ciudad había crecido mucho el barrio marinero estaba igual, dándole las gracias me dirigí a la dirección. Pronto encontré la calle y por primera vez desde que Salí de mi hogar notaba que los nervios me impedían andar y un sudor frío recorría todo mi cuerpo, pensé que después de tantas tormentas superadas en el mar no iba a salir corriendo ahora.
Cuando llegue al numero indicado en la nota pique en la puerta y a los pocos segundos abrió una joven muy guapa que dirigiéndose a mi me dijo:
- ¡Hola! Te estaba esperando.
Mi sorpresa fue mayúscula; ¿ Como podía estar esperándome si ni siquiera sabia que venia? . Estaba tan inmerso en el relato que se me olvido que estaba con mi nieto, por esta razón me sorprendió cuando su voz me dijo:
- ¡Abuelo, encontraste en ese momento a la abuela!. Con los ojos llenos de lágrimas lo mire y le contente: - Si Alvarito era la abuela.
Vivimos un tiempo en su ciudad, de nuestra unión nació tu padre, pero viendo la abuela que no me adaptaba a las prisas de la ciudad y al ruido, notaba mi tristeza y añoranza de nuestra casa y la calita, decidimos volver e instalarnos en esta casa donde tu has nacido.
Paso el tiempo y como ya te he explicado la abuela murió y descansa debajo del castaño donde a ti te gusta jugar y a mi soñar que todavía esta viva y nos esta preparando esas tartas de fresa que tanto nos gustan.
Alvarito, después de escuchar el relato o la historia de sus abuelos, aunque no le dijo nada, despertó algo dentro de el que maduraría a la par que iba creciendo, dejando de ser ese niño distraído y estar mas concentrado mirando el horizonte y preguntándose que había mas allá.
Un buen día contemplando su cuerpo se dio cuenta de que ya no era un niño, mas bien un adolescente muy desarrollado, había heredado la altura y corpulencia del abuelo. Se lo comento lleno de vergüenza viendo una sonrisa contenida en su rostro sin afeitar.
Todos los días desde hacia muchos años bajaban a su calita, como ellos la llamaban, hablaban de mil y una cosas, como dos amigos o pescadores apunto de zarpar. El joven no podía olvidar el día que encontró el mensaje que mando la abuela siendo aun mas joven que el.
El tiempo transcurría como calcado un día con otro, sin alteraciones, hasta ese fatídico día que como todas las mañanas Alvarito ayudaba a su abuelo a levantarse de esa butaca que tenían debajo del castaño y ponerlo en pie, esa vez el abuelo lo cogio de las manos: -Hoy no bajaremos a la calita. Alvarito, quiero decirte algo que no olvides jamás: quiero que veles mi sueño y que me prometas que nunca dejaras de visitar la calita y el día que deje la tierra mi cuerpo descanse al lado de la abuela.
Así fue como Alvarito con lagrimas en los ojos cumplió la promesa que un día le hizo a su abuelo, siguió bajando a la calita día tras día, hasta que de pronto sintió en su interior que era lo que le intrigaba, de la mismo alegría salio corriendo por la playa levantando el vuelo de las gaviotas que picoteaban alegremente en la orilla. Desde ese mismo día bajaba, claro esta, a la calita, pero esta vez su alegría era inmensa pues llevaba en sus manos una botella con un mensaje dentro. Mando tantos que no le importaba bajar con buen o mal tiempo a la calita, se tumbaba boca arriba en la arena y soñaba despierto con el día que tuviera respuesta a sus mensajes.
El tiempo fue pasando y lo mismo que cambia la naturaleza, también cambian los seres humanos, así fue como Álvaro se fue convirtiendo en un apuesto y fuerte joven, sobre estas buenas virtudes había una que sobresalía de todas y era su paciencia, puesto que no solamente seguía bajando a la calita, también era incansable enviando mensajes, aunque hasta ahora no había tenido ninguna respuesta.
Era un dia normal como todos, pero para Álvaro algo iba a cambiar, paseaba por la playa como siempre mirando y mirando hacia abajo esperando que algo brillara en el mar pues recordaba la historia de su abuelo y lo que le ocurrió. Las cosas muchas veces son muy diferentes a como nosotros quisiéramos que fueran, así que poco a poco Álvaro se fue resignando, hasta que al mirar a las rocas algo le sorprendió, era el vuelo de una gaviota se iba perdiendo en el horizonte. Su corazón le dio un vuelco y en su mente surgió una idea que se repetía una y otra vez: pruebas por el aire, prueba por el aire….
Pasaba las noches pensando en la forma de mandar el mensaje por el aire y fue una noche cuando soñando vio como paseaba con su abuelo por una ciudad desconocida para el, pero había una gran fiesta con muchos niños muy alegres jugando y riendo con sus padres, habían norias, carruseles, caramelos y venta de todo tipo de alimentos. Lo que mas me llamo la atención y sigo hablando de mi sueño, era el vendedor ambulante de globos, me quede mirándolo como si quisiera decirme algo, en ese momento desperté empapado en sudor, en mi mente lo único que recordaba era la sonrisa del abuelo y como me señalaba hacia los globos, en ese momento caí. El abuelo en uno de sus viajes me trajo un regalo, unos globos, y lo que me estaba indicando era que los inflara y que fuera el medio para enviar los mensajes.
A la mañana siguiente corría viento, era una brisa agradable y me encamine hacia la calita, infle cuatro globos, amarré el mensaje y los solté. Para mi alegría se elevaron hacia el cielo, pasaron por encima como si quisieran despedirse y se fueron alejando hasta que los perdí de vista.
No paso mucho tiempo desde que mande mi mensaje aéreo y sin esperanza de respuesta, estaba tan pensativo que no oí que llamaban a la puerta. Me levante de un salto y cuando abrí me quede de piedra; era una joven que al mirarla me era conocida, pues llevaba una ropa igual o muy parecida, me resultaba familiar. De pronto caí que en la cartera del abuelo había una fotografía de la abuela cuando era joven, y cual fue mi sorpresa que la joven de la puerta era idéntica a la foto, con su mismo sombrero, sus mismos zapatos, me quede tan aturdido que no repare en lo que llevaba en sus manos: los cuatro globos y mi mensaje, lo único que pude decir después de tanta sorpresa; - ¡ Te estaba esperando!
Álvaro después de controlar sus nervios le pregunto a la joven por su nombre, la chica mirándole a los ojos le dijo:
- Me llamo esperanza.
Al escuchar este nombre a Álvaro le recorrió por todo el cuerpo una corriente eléctrica, como si hubiera cogido un cable de alta tensión y susurro en voz baja:
- ¡El mismo nombre que la abuela!
La hizo pasar y esperanza le contó que vivía en un pueblo grande, con muchos barcos amarrados en el puerto, pero que ella seguía viviendo en la misma casa donde nació, situada en el barrio marinero. Tanta coincidencia le dio que pensar a Álvaro, no dijo nada y siguió escuchando a la chica, empezó a explicarle que había una historia que contaban los mas viejos marineros, que en una ocasión una joven mando un mensaje en una botella y al cabo del tiempo vino un joven marinero que se caso con ella y al poco tiempo se marcho del pueblo sin que nunca mas se supiera de ella. Álvaro no daba crédito a lo que estaba escuchando, le era tan familiar que parecía que lo estuviera viviendo. Esperanza continuo explicando a Álvaro: - Un día que miraba al cielo lleno de gaviotas vi algo que me sorprendió, me fije y pude ver entre el vuelo de los pájaros unos globos que sostenían un papel, al cogerlo me di cuenta que era un mensaje, me acorde de pronto de la historia que circulaba por el pueblo, y sin pensarlo he viajado a la dirección del mensaje y aquí estoy.
Álvaro le trajo un vaso de agua y le contó la historia del abuelo, sorprendida Esperanza no pudo controlar esas lágrimas de felicidad que salían de sus ojos.
A través de una fuerza que jamás comprenderemos, muchas veces, hace que se unan a seres de diferentes lugares. Pasaron los días y los jóvenes se iban conociendo, se compenetraban muy bien, un buen día le dijo Álvaro a Esperanza:
- La felicidad y el amor que nos tenemos es muy bonito, pero tenemos que pensar en la forma de sobrevivir en esta tierra.
Esperanza asentía con la cabeza dando la razón a Álvaro.
-Tengo que decirte que mi abuelo no me enseño a pescar, el creía que jamás seria pescador como el, es como si tuviera el presentimiento que no seguiría las costumbres familiares.
Una mañana Álvaro quería leer una vez más el mensaje del abuelo, al abrir el cajón vio algo que brillaba al fondo, y cual fue su sorpresa que al sacarlo era una bolsa con monedas de oro y una carta dirigida a el:
-Querido Álvaro nunca te hable de este dinero, ya que lo he guardado hasta que has sido un hombre, nunca desee que fueras pescador como tu padre o yo, espero que en tu camino encuentres a la mujer llena de inquietudes que te mereces. Usa esto para que tu vida no sea el mar.
Al ver Esperanza el dinero tuvo una gran idea, que al exponérsela a Álvaro, este la felicito ya que a el jamás se le hubiera ocurrido, primero por el miedo de dejar la calita que tanto amaba, segundo por no saber que hacer con el dinero y tercero que mejor piensan dos que uno.
Así fue, y un buen día viajaron a la ciudad que tanto hablaba Esperanza. Llegaron al atardecer del tercer día y el primer tramite era pensar donde se iban a instalar. Perdón, eso fue lo segundo, ya que lo primero que hizo Esperanza fue sacudir a Álvaro por que se había quedado bloqueado al ver tantos barcos y la cantidad de gente. Pensó lo mismo que su abuelo: gente marinera pero también personas bien vestidas y elegantes.
Se dirigieron al barrio marinero, encontrando una casa pequeña pero muy limpia. Esperanza no podía disimular su alegría al estar nuevamente en su ciudad y mas al comprobar que todas las chicas se giraban para mirar a su pareja por su altura y fuerte complexión.
Un día dando un paseo la pareja, se toparon con un molino en plena actividad y sin pensarlo entraron como meros observadores, se quedaron impresionados con la maquinaria tan bien engrasada y de tanta precisión. Se aventuró a hablar con el dueño y le pregunto si necesitaba algún trabajador, y para sorpresa de Álvaro el dueño le comento que justo andaba buscando una persona que se hiciera cargo de buena parte del oficio.
Trabajo muy a gusto y mucho, pero al igual que su abuelo con el paso de los días añoraba su montaña y mas su calita. Al comentar estas inquietudes con Esperanza, muy comprensible con Álvaro emprendieron su regreso, pero esta vez no venían vacíos; traían muchos proyectos, entre ellos poner en marcha el viejo molino familiar parado tantos años. Esperanza compartiría su trabajo en el molino con la ayuda a los niños de la aldea para su aprendizaje de leer y escribir.
Cuando el molino se puso en marcha, no sin muchos problemas, los aldeanos empezaron a llegar y se iba corriendo de voz en voz con la alegría que el viejo molino funcionaba nuevamente. No obstante lo que mas corrió por todos los aldeanos eran las manos que tenia Esperanza para los dulces; podían saborearse con el olor desde el principio del camino.
La vida de la pareja transcurría muy feliz, Álvaro cuidaba del molino y trabajaba duro para que todos sus clientes se fueran contentos, que por la alegría que desprendían sus rostros se podía afirmar que si. Esperanza por su parte continuaba dando clases a los niños, se sentía la mujer mas satisfecha del mundo, había cumplido su deseo de ayudar a que los niños pudieran mandar sus mensajes de la mejor forma que ellos entendieran.
Paso el tiempo y un día Esperanza muy nerviosa le dijo a Álvaro:
- Quiero que bajemos ahora mismo a la calita, necesito hablar contigo.
Al bajar se quedaron maravillados del atardecer, el sol se resistía a dejar de dar luz para dar paso a las sombras que anunciaban el final del día y el principio de la noche, por esta razón la luz inundaba toda la calita dando un brillo que jamás habían visto hasta ahora, todo ese paisaje le dio fuerza a Esperanza para decirle a Álvaro una noticia que cambiaria sus vidas:
- Álvaro, vamos a ser padres!!. Esa noticia lo lleno de alegría y felicidad, se sentía como la luz que emitía el fuerte sol antes de dejar el día.
Al regresar a la aldea empezaron a comunicárselo a todos, los cuales se pusieron muy alegres, sabían la dote de paciencia que tenia Esperanza y el amor que les dedicaba a los niños. Los mas antiguos le pronosticaron que seria una buena madre.
Con la llegada de Tomasin, ese fue el nombre que le pusieron a su hijo, la felicidad fue mas completo si cabe con su llegada, inundaba todo con su luz y alegría.
Pasaron los años y seguían con las mismas costumbres de bajar cada día a la calita, solo si el temporal era muy fuerte dejaban de bajar para proteger al niño. Una tarde que el viento soplaba de dentro a fuera, estaban sentados en la arena viendo como jugaba Tomasin, los padres observaban cuanto había crecido para los pocos años que todavía tenia, estaba a punto de hacer siete años. Corría de un lado a otro sin parar, las gaviotas graznaban enfadadas porque no las dejaba tranquilas, de pronto observaron que el niño se paro en seco, había visto algo en la orilla que brillaba, se agacho y cogio una botella con un mensaje que decía: “Debo al mar la felicidad mía y la de mi nieto”.
Así fue como vivieron Álvaro, Esperanza y su hijo Tomas llenos de felicidad porque pasará lo que pasara nunca estaría la calita sola.
Esta historia se contó años tras años y generaciones en generaciones. Los mensajes fueron enviados de diferentes formas pero el contenido era el mismo: “la unión de dos parejas que les gustaba tanto vivir en la calita que se quedaron hasta el fin de sus días”
Quiero mandaros un mensaje a través del viento: “La persistencia es la única forma de encontrar lo que buscamos, si no es por un camino quizás lo encontremos por otro.
Hasta siempre Álvaro cuida de la calita.
Una pequeña aclaración que es digno de mención: Muchas de las mujeres del pueblo donde vivió Esperanza tenían el mismo nombre, incluso había una estatua en el centro de la plaza dedicado a la “esperanza”, ya que tenemos que entender que es lo último que se debe perder en la enfermedad, en la tristeza o en la falta de amor.