lunes, 26 de marzo de 2007

NO VOLVERÉ

“Tuve la fuerza suficiente para recopilar los momentos de amor con mi mujer y todos los recuerdos de mi niñez y juventud es lo que me hace seguir adelante con esta fuerte enfermedad...”
Dedico este escrito a todos los emigrantes porque un día también lo fui yo.Así lo vi. Así me lo contó: Era una de esas tardes donde las sombras se esperan con impaciencia después de un día muy caluroso, lo vi, en la ventana de su casa de planta baja, enrejada por supuesto, por tanta inseguridad que hoy reina, no solamente en las grandes ciudades sino también en los pequeños pueblos; cuando me lo presentaron contaba con unos setenta años más o menos. Me fijé en su cuerpo hoy desgastados pero que en sus años mozos tenía que haber poseído unos buenos músculos aunque ahora con su camiseta de tirantes dejaba ver unos músculos flácidos.. Quisiera ponerle un nombre pero sin cuerpo ni cara, un hombre sacado de mi imaginación, me dijo llamarse Juan pero desde hacía mucho tiempo y en honor a su abuelo le llamaban Tato, me dijo que era de Ceuta y fue como si una luz se le encendiera en sus ojos acompañada de unas atrevidas lágrimas.Yo le comenté que no era de Ceuta pero desde que me casé con una caballa y mas en la Iglesia de África, desde entonces tengo dos amores uno esta mujer que después de casi cuarenta años sigue siendo mi novia y la otra esta ciudad que ella me enseñó a amar y que nunca me hizo sentirme como un extraño.Le dije a Juan en tono de broma para romper esa tristeza que le embargaba que mi mujer amaba tanto a su Ceuta que al andar no levantaba mucho los pies para no romper las raíces que la unían a ella, este comentario arrancó una leve sonrisa en su rostro y así fue como me lo contó:“Nací en Ceuta me crié en la Almadraba, mi infancia con muchas faltas, como todas la gente de ese tiempo, pero a pesar de estas y otras dificultades fui muy feliz con mis cuatro hermanos, actualmente somos dos, mi hermana Carmen y yo, recuerdo con lágrimas en los ojos cuando corríamos por la playa y otras veces pescábamos en el puerto, recorríamos de punta a punta el zoco que más de una vez éramos corrido por algún vendedor después de cogerle algunas manzanas prestadas.Teníamos muchos amigos no sólo cristianos también musulmanes, indios y hebreos.Pero la vida no es como nosotros queremos que sea y así mis ilusiones de vivir y morir en Ceuta se fueron cada vez alejando para dar paso a una realidad ¡qué difícil es soñar despierto, pero más difícil es que se cumplan tus sueños!Y así un 14 de febrero y con la edad de veintitrés años con la obligación a la patria terminada, me subí a ese barco que me alejaría para siempre de mi Ceuta para llegar a una ciudad con mucho trabajo, aunque muy fría en su acogida. Trabajaba en diferentes fábricas, en la última conocí a una gran mujer nacida en Zamora no me dio hijos, pero no me importó porque ese hueco lo llenaría con su amor, pero como la felicidad nunca es completa el destino me enseñó la cara más amarga después de veinticinco años juntos. Dios la llamó a su lado.Hoy que sé que nunca volverá a mi Ceuta querida por esta maldita enfermedad que me ha anclado aquí.Tuve la fuerza suficiente para recopilar los momentos de amor con mi mujer y todos los recuerdos de mi niñez y juventud es lo que me hace seguir adelante con esta fuerte enfermedad y no menos fuerte esas terapias que están destruyendo mi cuerpo y las ganas de vivir. Sé que no volveré a sentir ese viento de poniente que te da en la cara como si fueran mil besos dado por esa madre cuando volvía del colegio, sentir el levante cuando con su firmeza arrancaba del mar ese olor de libertad, pasear por la Iglesia de África y pedirle timidamente a la Virgen salud para toda mi familia, trabajo para todos y bienestar para mi pueblo. Quiero pedirle a mi amigo caballa, aunque sea de adopción, dos favores, el primero que cuando esté delante del cristo de Medinaceli le pidas por todos los enfermos sean caballas o no, a mí para que o me olvide y me de fuerzas para no defraudarlo, el segundo que le diga a toda la juventud caballa que si no es preciso que jamás abandone a nuestra Ceuta porque nunca podrán imaginarse cuando se echa de menos cuando se está lejos. Desde aquí yo le pediría paz, trabajo, prosperidad y que sea valorada mas allá de cualquier frontera y por último pedirte Virgencita de África que algún día me haga volar con la libertad que vuelan las gaviotas al cielo de mi Ceuta.

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