Detrás de la cruz es una historia un poco cruel surrealista, muy humana ya que le pasó a muchos humanos que no fueron capaces, como yo de que no fuera enterrada con mi cuerpo y sacarla a la realidad, para todo aquél que tenga la oportunidad de ser valiente y no esperar como yo a dejar la Tierra, para luego poder contarla.
Mi nombre es Pedro, cuando dejé la Tierra contaría con unos 54 años, ahora hermano, no podría decir la edad que tengo porque como tú mejor que nadie sabes que la edad, el tiempo y el espacio aquí no existen.
Pensarás que esperé mucho tiempo para que mi historia saliera a la luz, pero créeme hermano no encontré a nadie que pudiera sacarla a la luz en la Tierra. Aquí como en la Tierra estáis los célebres, de los que se habla mucho de ellos, los recomendados. Pues bien hermano, no puedo decirte la forma que conecté contigo pero me alegro, de verdad que seas tú el que lo hagas.
Empezaré por mi niñez: desde muy pequeño lo tenía muy claro cuál sería mi destino cuando fuera grande, mi inclinación siempre fue y dirigida hacia la Iglesia, y aunque tenía un tío teólogo jamás influyó en mí, al igual que mis padres me dejaron que fuera yo el que decidiera mi futuro. Y así a la edad de catorce años ingresé en mi seminario, donde destaqué por mi dedicación y entrega a todo lo relacionado con la teología. Era tanta mi inteligencia que muy pronto me gané a pulso el sobrenombre de “el Sabio”, esto y toda mi trayectoria no pasó desapercibida por dirigentes del Seminario, que para sorpresa de muchos de ellos me veían como un caso excepcional, pudiendo pensar que antes de los ocho años podría ser sacerdote. Así fue, a los 21 años recién cumplidos juré fidelidad a Cristo y a su Iglesia aceptando todos los programas y órdenes.
Fui más tarde destinado a una Iglesia muy pequeña, como pequeño era el pueblo donde estaba ubicada, jamás me importó si así Dios lo había querido, yo muy gustoso lo aceptaría. Me dediqué en cuerpo y alma a los más desfavorecidos creándome muchas veces algunos perjuicios entre lo más poderosos y yo. Pero nunca me importó porque lo daba todo a mi iglesia y a mis feligreses. Mi vida transcurría de lo más normal, aunque eran seres muy rudos en el fondo eran muy sinceros y humanos, no me faltaba en mi cocina de nada, desde las hortalizas más frescas hasta los huevos recién puestos.
Pero la vida de cada ser humano es como un libro en blanco y aunque tenemos que escribir cada día en sus páginas, jamás sabremos donde está el final. Nunca olvidéis queridos hermanos que Dios lo mismo que afloja los hilos también los tensa, con esto no quiero decir que nos maneje como titellas, lo único que pretendo es que entendáis que él con su bendita misericordia nos guía a los caminos de aprendizajes y fe. Pero cuando estos hilos se tuercen no es que él nos quiera hacer daño, más bien es para que aprendamos y rectifiquemos. Aquél día como muchos otros tenía por delante mis rezos, meditaciones, tomar aire puro, andar, y como siempre el baño y desayuno. Pero no sé si a algunos de ustedes queridos lectores les ha pasado como a mí, esta mañana al levantarme sentía algo especial, como si el presentimiento me comunicara que hoy sería un día muy especial. Una de mis virtudes después de muchas manías es de no obsesionarme, es mejor que el agua del arroyo fluya por sí solo, nunca pretender de empujarla.
Por la tarde a las cuatro tenía un entierro de un vecino, creo recordar que tenía 65 años, muy bien llevados, fuerte como un roble, con muchas ganas de vivir, pero la muerte nos espera a un lado de cualquier camino. Trabajador del campo como muchos de los hombres de este pueblo ya que no había otra forma de ganarse el sustento, y el pan de cada día. Muchas veces no valoramos la labor de los agricultores creemos que todo lo que comemos nos bien caído del cielo.
Quiero y a través de este escrito hacerle un homenaje a todos ellos, y no solamente cuando ríen, o están contentos también cuando los he visto llorar cuando la tormenta arrasó sus cosechas. A las cuatro de la tarde el pueblo se llenó de personas, familiares, vecinos y muchos amigos que vivían fuera. Entre los familiares que vivían fuera llegó una joven aproximadamente de mi edad, con una cara que parecía una virgen, muy alta pero no delgada, su constitución era fuerte. Como de costumbre ya por herencias transmitidas de abuelas a nietas, madres a hijas, el luto era muy riguroso mucho más para las mujeres que para los hombres. Cuando y después del entierro todos se retiraron a sus casas quedando solamente los familiares, y fue cuando me la presentaron era sobrina por parte de padre, dijo llamarse Rosario, en honor a la verdad si de lejos era bonita, de cerca lo era mucho más.
Nunca antes había pensado como hombre teniendo delante a una mujer. No quiero amigos míos que hagáis un juicio severo hacia mi forma de proceder. Pero creo que u no de los hilos de Dios se estaban torciendo para que yo me comportara así. Con el tiempo coincidíamos por el pueblo y otras muchas veces en la iglesia, hablábamos muy frecuentemente, poco a poco se fue apoderando de mí un sentimiento de lo más absurdo pero inevitable, le pedía a Dios que porque el hombre sacó esa ley donde impedía que los teólogos tuviéramos nuestras mujeres e hijos. Cada día en mis reflexiones y rezos le pedía de todo corazón que me evitara de entrar en ese camino, muchas veces bonitos y otras veces muy peligrosos, pero la mente nos dice muchas cosas y el corazón nos dice otras.
Hermano, cuando puse mi historia real en tus manos tenía la certeza de que tu nunca me juzgarías y que sacarías a la luz con toda la delicadeza y amor que te caracteriza. Hoy desde aquí, y desde esta dimensión donde estoy puedo comprender a muchos de los hermanos que en su camino encuentran ese regalo de Dios que por las dificultades u obligaciones no pueden desenvolverlo, y hacerlo suyo. Los que encuentran ese amor tan maravilloso, sin deseo, ni sexuales ni maldad. Un amor que está tan lleno de dificultades que va acompañado de mucho sufrimiento. Volvamos a Rosario, aunque jamás estuve con ninguna mujer comprendí que de la forma en que me miraba ella sentía por mi lo mismo que yo por ella, aunque nuestros mundos eran paralelos pero muy distintos.
Luché con todas mis fuerzas para no caer en ninguna tentación, hablé muchas veces con ella, fue muy humana ayudándome en todo porque comprendía lo mal que lo estaba pasando. Mientras tantos la vida en el pueblo transcurría sin ningún cambio, procuré en todo momento no hacerle ningún daño y más cuando comprobé que su amor hacia mí era tan intenso como el mío hacia ella. Pero teníamos o alguno de los dos que sacrificarlo todo y tomar una decisión, lo nuestro no podía jamás seguir así. Fui yo el que decidió pedir el traslado pero antes de irme tuve con ella el último encuentro, le dije adiós, y los dos con lágrimas en los ojos juramos que nunca, pasará lo que pasará iríamos uno en busca del otro, y que jamás nos olvidaríamos.
Es muy fuerte tener que dejar algo tan maravilloso en la cuneta, pero cuando se tienen unos ideales y una formación religiosa, quizás nos sepa mal pero hay que seguir adelante arrastrando la cobardía para el resto de nuestra existencia. Hoy me arrepiento de no haber sido valiente y dejar toda la formación religiosa tan austera, sin valores sentimentales y muy faltos de amor. Hoy y después de recorrer varias iglesias con sus diferentes formas de vivir, y comprender el camino de Dios, llegué a hacer un estudio de las personas que por necesidad creen en Dios, los que buscan en Dios la grandeza, los humildes que imploran a Dios por sus hijos, y que la cosecha venga bien este año.
Los que no creen pensando que son más machos que aquellos que creen iban cada domingo a misa. Estoy en estos momentos un poco delicado, he visitado al médico demasiadas veces este año, tengo 53 años a punto de cumplir 54 pero sé que el señor me está llamando a su lado porque aunque soy joven aún, parezco un viejo de 80 años. Hace ya mucho tiempo que dejé de tener ganas de vivir, me encerré en mi mismo pero nunca la olvidé a esta gran mujer que le pido a Dios que algún día nos volvamos a encontrar en esta dimensión donde yo me encuentro ahora, y le pido a Dios que si aún está en la Tierra que lea este mensaje. Gracias amigo.
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