Tenía catorce años la primera vez que se hizo esta maravillosa tradición. En esa ocasión, iban todos los hijos de Antonio y Maruchi y además todos los amigos e hijos de los mismos. Con el paso de los años me incorporé yo, Jose, su marido y unos añitos más tarde, Lucas, nuestro hijo, el cual siente amor y respeto por lo que sus padres le muestran de la vida y por las palabras que Antonio le dice. Lleva dos años con nosotros y creo que es ejemplo de lo que la gente joven que viene detrás nuestro debería hacer para que entre todos consigamos hacer un mundo mejor. Por todo ello, les damos las gracias a Dios y a la Virgen.
El ir a Lourdes, para nosotros, es cargar las pilas, dejar todo lo negativo y volver relajados y llenos de energía. Allí podemos darnos cuenta realmente de los problemas y enfermedades de muchos de los hermanos que nos acompañan en el viaje y de los que peregrinan por otras vías, y a su vez, dar gracias por a Dios y a la Virgen por no tenerlos. Gracias a ese viaje, valoramos lo que tenemos y aprendemos a dar más cariño y amor a la gente sin esperar recibir nada a cambio, pero es cierto que espiritualmente nos ves recompensados.
Para nosotros, es la unión de la amistad y del amor. Es como una familia que cada año se reencuentra en su casa (Lourdes), y vamos a ver a la Virgen con nuestros padres, Antonio y Maruchi. Ellos son los que nos guían y nos motivan para que veamos la realidad de la vida. Una vez hemos llegado a Lourdes sabemos que:
Primero: hacemos la ofrenda de las flores y la cogida de manos para después darnos la paz. Cuando la gente nos abraza en ese momento sabemos que es de verdad, con sentimiento, ternura y amor.
Segundo: hacemos el Vía Crucis. Es increíble porqué parece que retrocedamos en el tiempo y estemos todos al lado de Jesús.
Tercero: subimos la escalera de la primera imagen del Vía Crucis. A las cinco de la mañana vamos todos a una y casi sin hablar. Es un espacio de tiempo que no se puede explicar, hay que vivirlo. El maestro (Antonio), acompañado de su extraordinaria mujer, nos reúne a todos un año más en esa montaña, en nuestra antigua tierra y nos brinda unas palabras a todos y cada uno de nosotros, finalizando con una reflexión cada año más profunda e interesante, que nos sirve de guía para como hemos de vivir en esta Tierra y de los que nos espera más allá de ella.
No tenemos otra manera más sincera y de corazón para agradeceros todo lo que hacéis por todos nosotros que deciros GRACIAS!
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