domingo, 24 de abril de 2011

LA DESPEDIDA


Vencer el miedo es el principio de la sabiduría.

Durante largo tiempo has estado cruzando mares junto al enfermo, luchando contra fuertes mareas y tormentas. Has podido conocer el proceso de la enfermedad y cada una de sus etapas en profundidad. A menudo has estado desnudo pero a medida que has ido aprendiendo a superar los obstáculos has llevado vestiduras dignas de un rey, además, un cumulo de múltiples sentimientos te han acompañado desde el inicio. Y ciertamente ha sido un viaje a tierras bastante lejanas, pero ahora tienes que separarte de tu ser querido. Todas las pérdidas son importantes, y no es sencillo decir un adiós definitivo a una persona que has amado y con la que has compartido momentos importantes en tu vida. Pero debes aceptar lo que no puedes cambiar. La muerte no es enemiga de los seres humanos, es un evento natural, equivalente al nacimiento. Siente y vive el duelo, todas las heridas abiertas necesitan un tiempo para cicatrizarse.

Después tendrás que volver y no puedes permitir que, a partir de ese momento las lágrimas y la tristeza sigan tiñendo tu camino de vuelta. Todo lo contrario, tu voz tendrá que ser un canto a la vida, porque aunque físicamente esa persona ya no se encuentre, una parte suya permanecerá contigo hasta la eternidad. Además, este viaje te ha servido para profundizar dentro de ti y conocer aspectos tuyos que antes desconocías. Y al conocerte a ti mismo has aprendido a conocer y valorar a los demás. Ahora eres maduro y dueño de tus emociones. Eres una persona completamente diferente con una voz nueva, vuelve por tu camino cantando sin escuchar la voz del crítico. Mézclate cono la brisa y escucha el sonido de las olas del mar como si estuvieras escuchando una hermosa sinfonía. A tu vuelta encontrarás a otros barcos que están trazando la misma ruta que trazaste. Si, encontrarás a todos estos y a otros.

Encontrarás al hermano espiritual, aturdido que no encuentra tiempo para si mismo, y al que el desconcierto y el descontrol le han sumergido en una grave depresión, al querer pasar los límites, o pensar que todo desde la enfermedad o la muerte el sólo lo puede resolver, es aquí donde podemos entrar en un estado de pedestalismo o creerse Dios, llevándole a un nefasto camino con consecuencias muchas veces irreparables. También encontrarás a los hermanos espirituales que recientemente acaban de empezar la travesía, y que se sienten completamente desorientados y perdidos. A todos ellos dales tu visión, tus experiencias, un bastón donde apoyarse pues no todos se atreverán a extender la mano pidiendo ayuda. Muéstrales con valentía tu cicatriz para poder creer más en ellos y conocerlos mejor. Entonces podrás enseñarles que todo aquello que ahora parece más frágil y confuso en ellos es en realidad lo más fuerte y determinado.

Porque las nubes que ahora ciegan sus ojos un día se dispersarán y no lamentarán, entonces, haber conocido la ceguera. Y podrás decir con gran satisfacción y orgullo que ellos son, han sido Hermanos Espirituales.

Como hoy en la actualidad, nos reímos muy poco o nada me gustaría dedicaros este cuento con ribetes de realidad.

“Los tres reidores”

En la India había tres místicos hindúes conocidos como “los tres Santos reidores”, solían ir de un pueblo a otro, pararse en el mercado y largarse una buena carcajada visceral. Viajaban por todos los lugares solo ayudando a que la gente se riera. Gente triste, gente enojada, gente codiciosa, gente celosa, todos comenzaban a reír con ellos.

Sucedió entonces que falleció uno de los tres. Los pobladores dijeron: ahora tendrán problemas, su amigo ha muerto y deben velarlo con llantos. Pero los dos místicos estaban bailando, riendo y celebrando la muerte de su amigo. Esto es demasiado, comentó la gente del pueblo. Esto no son modales, cuando muere un hombre es profano reír y bailar. No saben lo que ha sucedido, dijeron los dos místicos. Nosotros habíamos hecho una apuesta acerca de quién de los tres moriría primero, este hombre ha ganado, estamos derrotados. Nos reímos con él toda la vida, comentaron a continuación ¿cómo podríamos despedirnos de otra manera? Debemos reír, debemos disfrutar, debemos celebrar. Esta es la única despedida posible para un hombre que ha reído toda su vida. Porque si no reímos, él, desde donde se encuentre se estará riendo de nosotros y pensará “tontos”, de modo que de nuevo han caído en la trampa. Además, no pensamos que este muerto ¿cómo puede morir la risa? ¿Cómo puede morir la vida? El cuerpo debía ser incinerado. Lo bañaremos como lo prescribe en el ritual, dijo la gente del pueblo. No, nuestro amigo, dijo que no le hiciéramos ningún ritual y no cambiaremos su ropa ni lo bañaremos, contestaron los dos místicos. Solo quería que lo pusiéramos como está en la pira crematoria, por lo tanto, tenemos que seguir sus instrucciones. Y entonces de repente sucedió algo muy importante. Cuando el cuerpo fue colocado sobre la pira, ese anciano hizo su último truco. Había escondido muchos fuegos de artificio debajo de sus ropas y repentinamente todo se iluminó de fuegos artificiales. Entonces todo el pueblo comenzó a reír y bailar.

Bonita forma de despedirse para hacer ese viaje que inevitablemente todos tenemos que hacer algún día. Esta enseñanza hindú es la mejor forma para poder vivir la vida o cada uno de sus instantes, sin temer al día que tengamos que recoger todas las cosechas de nuestra existencia y llevarla al punto de dónde venimos. No temer a la muerte, mejor que le tengáis miedo a la enfermedad.

No hay comentarios: