Cuando a lo largo de mi vida tuve que escribir unos pensamientos míos, y en otras muchas ocasiones dictados por unas entidades que ya no habitan en la Tierra me fue muy fácil, porque mis sentimientos estaban divididos hacia las personas amigas y en otras muchas desconocidas en esta dimensión llamada Tierra.
Hoy quiero escribir de una persona de mi familia muy querida. Me cuesta plasmar en esta cuartilla todos mis sentimientos porque quizás al valorar sus virtudes me quedaría un poco corto. Cuando la enfermedad desde que era prácticamente un niño te condiciona tu vida, a pesar de estas dolencias sigues siendo un niño, pero con menos fuerza o energía como los demás. Pero esto no impidió nunca desarrollar una inteligencia superior a todos los alumnos de una misma clase, ya que con nueve años sus virtudes e inteligencia le llevaron a su profesor a hablar con nuestra madre, diciéndole que: si este niño sigue aprendiendo el poco le tenía que enseñar. Creo que a los doce años se colocó como ayudante de administración de la compañía RENFE. Fue una pena que mi familia no dispusiéramos de dinero para que pudiera acceder a unos colegios mayores.
Su crecimiento, aunque un poco mermado por dificultad de no hacer las necesidades bien nunca le impidió crecer y desarrollar su niñez, pubertad y juventud. Fue en esta juventud y desde muy joven cuando se enamoró de una bonita mujer llamada Mari Carmen. Creo que Cupido desde el primer momento que se conocieron formó para ellos y con sus flechas una jaula de amor que los unió en una bonita historia de amor. Más tarde y como todas las familias, tuvimos que emigrar a Cataluña, en esta bella ciudad con mucho trabajo, pero muy fría en su acogida, como todas las ciudades industrializadas. Sus primeros momentos aquí en esta capital no fueron precisamente de alegría, su trabajo fue muy diferente al que él había realizado anteriormente, no es lo mismo coger una pluma para escribir que cargar camiones. Fue muy poco tiempo, por sus actitudes pasó muy pronto a las oficinas congeniando muy pronto con un jefe muy mayor, pero también muy humano. Más tarde y después de un largo noviazgo se casó con su novia de toda la vida, de esta feliz alianza nacieron tres maravillosos hijos, dos varones y una hembra, de su bella mujer hablaremos más adelante, porque jugó un papel muy importante durante su fatal enfermedad. Lo que más llamaba la atención eran sus cuidados, con una metodología que muchas veces rallaba la perfección.
Como todo emigrante y más por sus formas de pensar, sus ideas eran volver a su tierra, y aunque ya tenían dos hijos no era ningún impedimento realizar sus intenciones. Sus sueños un día se hicieron realidad, volverían a su Algeciras que un día los vio partir, y como una buena madre los esperaba con sus brazos abiertos. Al principio como a todos alguna vez nos pasó las cosas no son como se piensan, y más como están los trabajos, pero cuando se es joven se tienen muchas más ganas de luchar. Al poco tiempo tuvo la oportunidad de trabajar, pero como siempre empezó como un simple peón, y escalando puestos y más puestos por su inteligencia. Pero detrás de tanta alegría se escondía la sombra de la enfermedad, que es tan cruel que no mira la felicidad, la juventud, y menos aún las ganas de vivir llevándole a unas dolencias, convirtiéndose en un asiduo visitante de las consultas de los médicos. La cosa no pintaba muy bien, había que operar urgentemente, sacándole de la próstata una piedra que fue el detonante para aprobar aún más su enfermedad, dando paso a un pelegrinar de caminos inciertos y llenos de incertidumbres, miedos y muchas dudas que le hacían presagiar un futuro muy poco incierto.
Se ingresó en el hospital y el tiempo que permaneció en él había muchas enfermeras que lo cuidaban, pero había una heroína llamada María del Carmen, que hacía las veces de madre, cuidadora, de mujer y de esposa. Todo el tiempo que permaneció en el hospital estuvo a su lado, para cualquier enfermo que su mujer permanezca día y noche a su lado es muy importante, porque compartir el dolor con alguien que ha vivido mucho tiempo junto a ti dulcifica un poco el mismo. Pero el tiempo nunca juega a nuestro favor, cuando llegamos al hospital en el que estaba ingresado creo que era el Pabellón Vasco de Sevilla, la primera imagen que vimos y hicimos una valoración nos causó un poco sorpresa que lo acompañemos con mucha tristeza, comprobando que todos los enfermos, desde el niño, el anciano o el joven, todos padecían la misma enfermedad que hoy nos da miedo pronunciar, la palabra Cáncer.
Cuando se habló con el equipo médico nuestras ilusiones y esperanzas se vinieron abajo. No había remedio para nuestro querido hermano, que en esos momentos contaba con treinta y siete años, una mujer y tres maravillosos hijos. Pero la vida aunque nos hace unas cicatrices muy profundas y muchas veces difíciles de curar, también nos da las fuerzas a la hora de unas decisiones que tú no puedes hacerlas por tu cuenta aunque la persona enferma sea tu hermano mayor. Había que hablar con su mujer ya que el tiempo era lo que se le acababa, fueron momentos duros, mi conversación con ella y tomando un café, le dije. Mari, el que está en la segunda planta es mi hermano, pero es tu marido, lo que te voy a decir es muy duro pero hay que sacarlo de aquí, para que el tiempo que le quede en la Tierra lo disfrute en casa junto a ti, los niños y familiares. Con lágrimas en los ojos decidió trasladarlo a su casa, hablamos con los médicos y así fue, una ambulancia lo traslado a su casa donde a la semana y rodeado de toda su familia dejaba la Tierra.
Como dije al principio me es muy difícil plasmar todos mis sentimientos en este escrito, porque solamente los recuerdos me presionan el corazón y llenan mis ojos de lágrimas.
Gracias hermano Paco por ser el mejor de todos.
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