domingo, 24 de abril de 2011

LAZOS DE AMOR


“El alma del hombre es como el agua, viene del cielo, se eleva hacia el cielo y vuelve después a la tierra, en un eterno ciclo” GOETHE.

Lazos de amor son muy distintos a esos lazos que envuelven a un regalo y luego los tiramos, estos lazos que nos unen en muchas vidas, aunque en algunos momentos se aflojan jamás se sueltan. Y aunque desempeñe unas labores diferentes en cada vida seguirán una y otra vez por ese vínculo tan fuerte llamado, afinidad.

El alma gemela; que podemos encontrar en una ciudad, pequeña o grande, en las felicidades o en las tristezas, en momentos muchas veces inoportunos, y muchas de las veces en no poder disfrutar de ese encuentro, porque uno de ellos o los dos carezcan de libertad, para dar riendas sueltas de ese encuentro tan maravilloso de recordar que un día los unió con ese Lazo de amor, que perdura a través de los años, y más allá de la muerte. Hay alguien especial para cada uno de nosotros. A menudo, nos están destinados dos, tres y hasta cuatro seres. Pertenecen a distintas generaciones y viajan a través de los mares, del tiempo y de las inmensidades celestiales para encontrarse de nuevo con nosotros. Proceden del otro lado del cielo, su aspecto es diferente pero nuestro corazón lo reconoce. Es posible que nuestra mente diga: yo no te conozco. Pero el corazón sí que le conoce. En nuestro crecimiento y más cuando nos referimos al Espiritual hay cuatro preguntas que son como cuatro columnas que sostienen al espíritu, y las cuales en la vida material son muy difíciles de contestar.

Quiero que meditéis y no las veáis tan difíciles, la primera es de dónde venimos, a donde vamos, porque y para qué. El día que tengáis las respuestas veréis el camino Espiritual menos difícil.

Muchas veces y más los viernes, cuando nos cogemos de las manos, me pregunto muchas cosas, pero una de ellas es si antes estuvimos juntos, y que lo único que cambia es la materia porque cuando él o ella nos cogen de las manos por primera vez, y el recuerdo de ese contacto transciende el tiempo y sacude cada uno de los átomos de nuestro ser. Nos miran a los ojos y vemos a una alma gemela a través de los siglos. El corazón nos da un vuelco. Se nos pone la piel de gallina. En ese momento todo lo demás pierde importancia. Puede que no nos reconozcan a pesar de que finalmente nos hayamos encontrado otra vez, aunque nosotros si sepamos quienes son. Sentimos el vínculo que nos une. También intuimos las posibilidades, el futuro. En cambio, él o ella no lo ven. Sus temores, su intelecto y sus problemas forman un velo que cubre los ojos de su corazón. Y no nos permite que se lo retiremos.

Sufrimos y nos lamentamos mientras el individuo en cuestión sigue su camino. Tal es la fragilidad del camino, la pasión que surge del mutuo reconocimiento supera la intensidad de cualquier erupción volcánica, y se libera una tremenda energía. Podemos reconocer a nuestra alma gemela de un modo inmediato nos invade de repente un sentimiento de familiaridad, sentimos que ya conocemos profundamente a esta persona, a un nivel que rebasa los límites de la consciencia, con una profundidad que normalmente está reservada para los miembros más íntimos de la familia, o incluso más profundamente. De una forma intuitiva, sabemos que decir y cuál será su reacción. Sentimos una seguridad y una confianza enormes, que no se adquieren en días semanas o meses.

Pero el reconocimiento se da casi siempre de un modo lento y sutil. La conciencia se ilumina a medida que el velo se va descorriendo. No todo el mundo está preparado para percatarse al instante. Hay que esperar el momento adecuado, y la persona que se da cuenta primero tiene que ser paciente. Gracias a una mirada, un sueño, un recuerdo o un sentimiento, podemos llegar a reconocer a una alma gemela. Sus manos nos rozan o sus labios nos besan, y nuestra alma recobra vida súbitamente. El contacto que nos despierta tal vez sea el de un hijo, hermano, pariente o amigo íntimo. O puede tratarse de nuestro ser amado que, a través de los siglos llega a nosotros y nos besa de nuevo para recordarnos que permaneceremos siempre juntos, hasta la eternidad. Hablando de las Almas gemelas me gustaría con toda mi humildad dar un consejo, sin pretender jamás hacerlo como obligación y mucho menos que penséis que al darlo me veáis como si yo tuviera la gran verdad, pero mi experiencia y a lo largo de mi vida, y más después de hablar con muchos hermanos, llegué a la conclusión que cada ser humano lo verá de muchas formas diversas, pero lo que pretendo es que jamás nadie olvide que todas las manifestaciones sean las que sean, vienen de Dios, y por tanto nos puede llegar, en forma de luz, energía, o a través de las corrientes espirituales pero dichas manifestaciones nos llegan directamente al corazón, y por lo tanto están creadas para construir y no para destruir.

Por lo tanto, si en esta vida nos encontramos con nuestra alma gemela y nuestra vida está con las obligaciones de familia y hogar, jamás nunca y menos por este encuentro se podrá destruir lo en un día y como Dios por testigo él mismo unió. Hay muchas personas que por diversos motivos bien sea económicos, de convivencias, o falta de amor encuentra en sus caminos lo que ellos o ellas llaman almas gemelas se identifican tanto con ellas que olvidan todo, incluso su estabilidad, su personalidad, sus éticas, incluso a sus hijos y aunque vivan juntos por un tiempo no llegan a que sus caminos sean fuertes, y los pilares del amor sostengan por mucho tiempo esta mentira.

Cuando de verdad: encontramos esa alma es cuando no hay destrucción, y menos aún alejar o disgregar una familia. Si el alma gemela es pura habrá un vínculo muy bonito sea de hombre a hombre, de mujer a mujer, o de hombre a mujer, se creará una bonita amistad, y aunque haya mucho amor jamás será de deseo, y menos sexual porque el respeto es tan grande que jamás se confundirán. Aunque muchas veces es tanto el amor que se procesan que pueden llegar a confundirse un poco, porque es un amor que difícilmente nadie puede dar en la Tierra, está destinado a que lo den de espíritu a espíritu, que nuevamente se vuelven a encontrar aquí en la Tierra.

Permitirme que aprovechando hoy mi corriente espiritual, con unos vientos que me son favorables los aproveche al igual que los veleros los aprovechan para llegar a un buen puerto. Siempre me gustó y mucho la filosofía de los grandes pensadores, con todo el respeto hacia ellos, pensando que mientras haya alguien que escriba sus pensamientos jamás morirán.

“Siempre había tenido la sensación de que mi vida, tal como viví, era una historia sin principio ni final. Me sentía como un fragmento histórico, un pasaje aislado al que no procede ni sigue ningún texto. Podía imaginarme perfectamente que tal vez había vivido en siglos anteriores, y me había hecho preguntas que todavía no era capaz de responder: que tenía que volver a nacer porque no había cumplido la tarea que se me había asignado”

CARL JUNG.

Aunque puede que no sea un rey en mi vida futura, mucho mejor para mí: seguiré llevando una vida activa y además no sufriré tanta ingratitud”

FEDERICO EL GRANDE.

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