domingo, 24 de abril de 2011

VOLVER PARA ATRÁS


Volver para atrás es quizás el pensamiento de muchos seres humanos que pasa de ser un deseo a unos imposibles, difícil de poder rectificar. Cuantos seres si pudiéramos andar el camino andado para atrás, quizás tuviéramos la oportunidad de rectificar y pedir perdón por todos los errores muchas veces realizados conscientemente, y muchas otras inconscientemente.

Hoy que estoy en plena consciencia y he podido dejar atrás muchas de mis imposiciones porque creía que los demás de mi familia, seguían siendo niños pensando que la única que había llegado a anciana era yo sola.

Pido perdón en primer lugar a mi marido que durante 50 años tuvo que soportar mis diferentes cambios, los cuales me llevaron muchas veces a no escuchar a nadie, imponiendo una única ley que era la mía.

Mi nombre es Juana, creo que desde que era una niña no creí en nadie y menos aún en Dios, tenía a mi madre, padre y hermanos tan apartados de mí que me gané el sobrenombre de la “Descartada”, jamás me entendí con ninguno de ellos, nunca obedecí ni a ellos y menos aún a los profesores, (dicen que el árbol tiene muchas ramas y siendo todas del árbol ninguna es igual). Esto era lo que ocurría con mis tres hermanos y yo, dos varones, eran tan buenos que muchas veces parecían tontos. Mi hermana más pequeña era muy dulce, cariñosa y amante de estar siempre dispuesta a ayudar a todo el mundo, y aunque la vida nos da a lo largo de ella miles de oportunidades nuestro odio al mundo nos hace tapar los ojos para que no veamos la realidad.

Una realidad que está más presente que nunca, ya que no puede parar el tiempo y evitar cumplir años. Muchas veces cuando llegamos a una edad nos da la sensación que cumplimos los años de dos en dos, nos vemos en los límites de la vejez y ves los campos que un día te prestó el señor para que tú sembraras el amor, la amistad, la humildad y la sencillez. Comprendes que tu siembra jamás dio frutos porque la semilla estaba impregnada en odio.

Hoy me doy cuenta que unos me aguantaban y me querían, los alejé tanto de mí que me convertí en una extraña para ellos. Mis tres hijos y mi marido están siempre ahí aunque les hice mucho daño ellos me respetaban y querían, pero me dejaron que yo viviera la vida que yo había elegido.

Confiaba mucho en mi resistencia, me creía que nunca enfermaría pero los fantasmas de la enfermedad están siempre preparados para que cuando estamos más tranquilos atacar. A mis 80 años ingresé por primera vez en un hospital, era insoportable nada de lo que me hacían médicos y enfermeras, era de mi agrado, les prohibí a mi marido e hijos que me visitaran. Mi pobre hija tenía que venir a escondidas como si fuera una extraña la persona a la que quería visitar para darle un poco de amor, para que no estuviera tan sola, como ella decía: hasta a un perro se le pasa la mano por el lomo. Del hospital voluntariamente pasé al geriátrico, donde mi vida cambiaría por completo, pienso que nunca es tarde para arrepentirse y ser mejor. En los documentos que traía del hospital había una nota en la cual me ponían como un ser dominante, sin sensibilidad, agresivo y muy poco paciente.

En el tiempo que permanecí en este centro, como dije anteriormente mi forma de ser fue cambiando paulatinamente incluso me volví más paciente, aquí en este apartado fue cuando me llevé la primera decepción a mi corazón, cuando un día le dije a la jefa del geriátrico que me gustaría conectar con mis hijos. Todas las enfermeras a igual que los dueños creían que mi familia era muy mala porque jamás nadie me visitaba, sabiendo que tenía marido e hijos.

Esto es lo que le pasa a mucha gente cuando ven a una anciana sola y se pregunta porque la dejaron sola y nadie la visita, es lo que hacemos cuando somos jóvenes que no damos el amor que teníamos que dar.

Quiero deciros ahora que estáis jóvenes y a tiempo que no dejéis de amar a vuestros seres queridos porque mañana serán ellos los que os ayudaran. Hoy ya en esta dimensión le pido a Dios que me perdone y al mismo tiempo les de luz a mis hijos para que sepan perdonarme.

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